Querida Pitufa

Querida Pitufa:

Hoy cumples nada más y nada menos que 6 años. No sé si algún día llegarás a leer esto... Si te interesará cuando seas mayor. O si, cuando seas lo suficiente mayor para que te interese, este blog, este "internet", seguirá siendo como es y estando disponible, o vete a saber lo que tendremos. Pero te dejo aquí estas palabras, por si acaso. Además, este cumpleaños ha sido especial por razones que no me imaginaba al empezar a redactar este post. Ha sido un cumpleaños "sin amigos" (o más bien con los amigos solo virtualmente), porque lo hemos pasado recluidos en casa en pleno confinamiento por la COVID-19.

Quiero que sepas que, aunque ahora tu hermana pida más atención y tenga que dividirme, tú eres siempre la que abre camino, y la que me enseñó (y me sigue enseñando) cada día a ser madre. Bueno, y tu abuela, indudablemente, con su ejemplo, pero la que me pone en las nuevas situaciones de aprender y me enseña con tus reacciones, eres tú.

Así que, lo siento mucho si soy dura contigo (y me imagino que lo seré más, según te vayas acercando a la temible adolescencia), y te pido perdón por las veces que pierdo la paciencia (alguna también los papeles, para mi disgusto posterior). Pero estoy intentando educar una personita responsable, autónoma e independiente. Para que, en el día mañana, seas autosuficiente, y no dependas de nadie, y tomes tus propias decisiones, y no tengas miedo a rectificar si te equivocas. Todo esto, intentando que seas también feliz, que no es moco de pavo esto de aprender a educar y encontrar el equilibrio... (y no perder la calma ni morir en el intento).

Quiero que sepas que, en el último año, no solo has crecido en altura, sino que te has "hecho mayor" a pasos agigantados. Has aprendido a compartir (aunque a veces aún te cueste), las cosas con tu hermana. Y a quererla y ayudarla a aprender. Estoy muy, pero que muy orgullosa de ti. También has ganado en autonomía, yendo a las clases de pintura, que antes no querías ni oir hablar de hacer algo sola. Y a ver un poquito más allá, y no solo la recompensa inmediata. Me cuentan en el cole que también allí te gusta asumir resposabilidades, y que defiendes a tus amigos. Y también me consta que tus amigos te han defendido a ti en alguna situación injusta. Espero que, más adelante, sigas cultivando amistades sanas y fuertes. Ya sabes que yo sigo teniendo amigas del cole, y de la universidad, y la amistad es algo que no se debe perder.

Te cuesta un  "pelín" ayudar en casa y hacer las cosas sin que te las pidamos dos o tres (docenas de) veces. Digamos que recoger no es lo tuyo, y estamos trabajando en ello. Pero, sin embargo, creo que tienes una gran inteligencia emocional. Identificas muy rápido el estado de ánimo de los demás y (de momento solo a veces) te pones en su lugar. (No te preocupes, que lo del " a veces" es normal, que me explicaron en la Escuela de Padres del cole que a esta edad empezais a salir de la edad egocéntrica). También vas a aprendiendo poco a poco la constancia, y a hacer con paciencia cosas que llevan más tiempo, como tejer una bufanda o un bolsito en el cole, o ir a clase de zumba con la cansina de tu madre. 

Por otra parte, te diré que me encanta que te guste leer (que te leamos) cuentos y más cuentos (o cómics, que es a lo que te has aficionado durante el confinamiento), y que no sabes lo mucho que me alegra que me cuentes las cosas que te pasan y que haces en el cole. Es algo que a lo mejor no he valorado suficiente hasta que me he dado cuenta, hablando con otras madres, de que lo normal es lo contrario. Espero que siempre puedas contármelo todo. Lo bueno y lo malo. Te lo digo mucho en vivo y en directo, pero te lo voy a dejar aquí por escrito también: TE QUIERO. ¿Cuánto? TODO. Y SIEMPRE TE VOY A QUERER. Incluso cuando te pones cabezota y te enfadas (y me enfadas), te quiero. Cuando se te escapa alguna puyita a tu hermana, te quiero. Cuando tienes alguna pataleta, te quiero. Cuando me haces chantaje emocional, te quiero. Y, si te preocupa cualquier cosa, quiero que sepas que siempre voy a estar aquí para que me lo cuentes. Y, para ayudarte, si lo necesitas, o solo escucharte, si te quieres desahogar. Y, si has cometido un error, tú cuéntamelo y buscamos solución, y, si me enfado, será temporal, porque lo principal siempre será ayudarte y que aprendas (que aprendamos) de tus errores. Ojalá podamos tener esa complicidad siempre (o casi). 


Y voy a dejar de escribir ya, porque me adelanto mucho, y me pongo lacrimógena. 

Te quiero,
Mamá